—Te llamo de noche
—¿En serio me vas a
llamar?
—Por qué no, si sos
mi abuela
En 2013 hablamos con Delia Cecilia
Giovanola de Califano. Su voz firme, cálida, traspasaba el teléfono.
Llevaba entonces 37 largos años de búsqueda de su nieto que, tenía
certezas, había nacido en el centro clandestino conocido como Pozo
de Banfield durante la última dictadura cívico militar. Su nuera
Stella Maris Montesano tras dar a luz había regresado sola a la
celda. El cordón umbilical, lo único que atesoró de su bebé, pasó
de mano en mano entre los detenidos desaparecidos hasta llegar a las
de Jorge Oscar Ogando, el padre de Martín. Nunca más, desde el
secuestro perpetrado por un grupo de tareas el 16 de octubre de 1976,
supo nada de ellos. Virginia, que dormía en la cuna el día que se
llevaron a los padres, vivió desde los tres añitos con su abuela.
Delia pensaba que su nieto, tal vez,
tendría una vida muy feliz pero sin saber realmente quién era. Eso
la desvelaba y obligaba a ir detrás de cada investigación abierta a
partir de las consultas recibidas en Abuelas de Plaza de Mayo que,
durante más de tres décadas, fueron innumerables. Siempre dirigió
la búsqueda a un varoncito de ojos claros, como tenían sus padres y
su hermana. Este jueves en la conferencia de prensa, cuando Delia
levantó los brazos celebrando la buena noticia de la restitución de
la identidad del nieto 118, de su nieto, sintió los ojos de Stella
Maris, Jorge Oscar y Virginia protegiéndola.
Hace apenas algunas horas supo que
podría abrazar a Martín. En la sede de Abuelas hubo sollozos. Ella
lo tomó con alegría.“Encontramos lo que nunca creíamos que
íbamos a encontrar pero nuestra perseverancia, persistencia, tozudez y amor de no bajar los brazos, premian”, dijo Estela de
Carlotto ante un sin número de medios periodísticos al comunicar la
noticia. Los premiados hoy son Delia, las Abuelas y la sociedad
argentina.“Esto se consigue no solo con la voluntad de nuestro
pueblo sino también con el acompañamiento del Estado que responde,
aporta y realiza no con palabras sino con hechos la concreción de
nuestros sueños, que es memoria, verdad y justicia”, remarcó.
“No tengo más que palabras de
agradecimiento y emoción por verme rodeada de tanta gente amiga y
compañera de la institución que son familia”, manifestó Delia. “Lo más grato de todo es haber tenido un llamado de mi
nuevo nieto —contó en medio
de aplausos—. No lo imaginaba, no lo podía creer”.
Sosteniendo, abrigando a las Abuelas,
había varios nietos restituidos. Entre ellos Catalina de Sanctis,
quien nació en la maternidad clandestina que funcionó en el
Hospital Militar de Campo de Mayo, tiene sus padres desaparecidos y
conoció su verdadera historia en septiembre de 2008. “Las
Abuelas están día a día trabajando, buscando a los suyos y a los
nietos de los demás. Cuando es restituido el nieto de alguien que
está cerca, se vive lleno de emoción —confió
en La Raíz del Grito por Radio UNER—. Esta tarde también
pensamos en los que faltan. Por eso Virginia está muy presente. Ella
dejó todo buscando a Martín y todos buscamos a partir de esa posta.
Estamos felices por haber cumplido con ella y a la vez sentimos el
dolor de que no esté entre nosotros para poder disfrutarlo. Pero
está también ayudándonos y haciendo fuerzas desde donde esté”.
Virginia, cansada de batallar, no pudo
resistir tantas ausencias. El 15 de agosto de 2011 eligió irse
detrás de sus padres desaparecidos. Su muerte fue una consecuencia
más del terrorismo de Estado pero su sangre permitió determinar en
un 99,9999% el vínculo filiatorio de Martín. El 30 de marzo de este
año él se acercó a Abuelas con fuertes sospechas de ser hijo de
desaparecidos. Luego de hacer una entrevista, el trámite siguió su
curso, fue derivado a la Comisión Nacional por el Derecho a la
Identidad y finalmente la muestra de sangre llegó al Banco Nacional
de Datos Genéticos en junio. Este 5 de noviembre se confirmó que es
hijo de los militantes del PRT Stella Maris y Jorge Oscar. “Estoy
muy contenta, pensando que la mano de mi nieta está detrás de todo
esto. Sé que está conmigo”, aseguró
Delia.
Desde hace 15 años, el nieto 118 vive
en el exterior. Su aparición reafirma que los casi 400 hombres y
mujeres que todavía restan encontrar pueden estar en cualquier lugar
del mundo. Hoy le tocó a Delia reencontrarse con él pero el trabajo
continúa, más allá de cualquier intento de avasallamiento, hasta
que cada uno se reencuentre con la verdad y sea libre.
Más datos:
Si dudás de tu verdadera identidad,
podés comunicarte con Abuelas de Plaza de Mayo (Virrey Cevallos 592
PB. Ciudad Autónoma de Buenos Aires); teléfono (011) 43840983 o
enviar un mail a abuelas@abuelas.org.ar
También podés escribir a
hijos_parana@yahoo.com.ar
o escribir un mensaje privado al Facebook de la agrupación.
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Fotos:
Mónica Hasenberg